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Pablo Pineda

El Campillo se engalana para agasajar con romero a la Santa Cruz

EL CAMPILLO. Gritos de “¡Viva la Cruz!”, “¡Vivan los mayordomos!”, “!Viva El Campillo!” retumban, con aires de sevillana, por las calles del municipio minero, pronunciadas por unos habitantes dispuestos ya para emprender, bajo el abrigo de su devoción por la Santa Cruz, la peregrinación a la finca municipal ‘El Cura’. Un camino en busca de ingentes cantidades de romero que ofrendar en su ermita, tras el regreso al pueblo, a la Cruz que guía sus esperanzas y anhelos. 

Aunque el calor alcance cotas extremas o el frío hiele todo aquello que halle a su pertinaz paso, llueva o diluvie, los campilleros volverán a colocarse los botos, a montar en sus caballos o a subirse a sus carretas, engalanadas con adelfas y farolillos. Todo ello, para adentrarse en la senda de su amada romería, para dibujar un paisaje fantasma sobre las rúas del casco urbano y bajar de nuevo en masa por Cuatro Vientos, entre sones de tamboriles y tragos de rebujito. Son los días grandes de la celebración con mayor arraigo entre los habitantes de un municipio que, cada primer fin de semana de mayo, deja en el olvido su cotidianeidad para volcarse con la Santa Cruz.  

La senda está lista, espera a sus peregrinos, a los que abrigará el sábado y el domingo, a la ida y a la vuelta. Al igual que la ribera de Cachán, sobre cuyas aguas los antiguos romeros bautizarán con manzanilla a los noveles visitantes que ensucien sus botos por vez primera con el polvo del camino campillero. 

No obstante, antes de esos momentos álgidos, unos acontecimientos ineludibles. El primero, el nombramiento oficial, a partir de las 20 horas de hoy, de los nuevos mayordomos, un acto en el que Lourdes Sánchez Rubio y Francisco Javier Domínguez Díaz recogerán la vara que un año antes había sido portada con orgullo y emoción por Ricardo Pérez Delgado y María Ángeles Pérez Navarro. Y el segundo, a continuación, la tradicional ofrenda de flores a la Santa Cruz en su ermita, con una calle Granada colmada de fieles y con unos balcones aderezados como en las más magnánimas ocasiones. El baile de romería, con la orquesta ‘Renovación’, el broche de oro en la antesala de la primera peregrinación, que arrancará mañana desde la calle Constitución a partir de las 13 horas, tras la diana de cohetes y tamboriles que marcan la llegada del alba. 

Tras un día de camino, los miles de romeros que anegarán de fervor cada rincón campillero entrarán de nuevo en su pueblo, alrededor de las 21 horas, para trasladar su devoción a las distintas calles del entramado urbano de El Campillo mediante el rezo del santo rosario.

Con la venida del nuevo día, el domingo, la jornada del año en el que las campilleras lucen su belleza con mayor esplendor y los campilleros muestran su más sincera sonrisa, unidos bajo la solidaridad y la amistad verdadera, el pueblo entero partirá por última vez a la finca ‘El Cura’, a las 10.15 horas, después de la misa de romeros oficiada por el párroco Mateo Pozo Castellanos y cantada por el coro parroquial. Un acto religioso acompañado por los sones de la escuela de tamborileros de la Hermandad del Rocío de Almonte. 

Al atardecer, cuando el ocaso acaricie el cielo para empezar a ocultar los rayos del sol, una salva de cohetes anunciará la hora del retorno a casa, el cuarto de los trayectos por una senda de brezos, jaras y adelfas en el que a los más veteranos romeros se les presentará la última posibilidad de bautizar sobre las aguas de la ribera de Cachán a quienes experimenten por vez primera las puras y majestuosas sensaciones, la esencia, de la romería de la Santa Cruz de El Campillo.

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