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Pablo Pineda

Marmesá exalta a la Santa Cruz y marca el paso hacia la peregrinación

Marmesá exalta a la Santa Cruz y marca el paso hacia la peregrinación

EL CAMPILLO. Aromas de romero se expanden ya por las calles de El Campillo en la víspera de la peregrinación a la finca ‘El Cura’, hacia la que el pueblo acudirá en masa el próximo fin de semana bajo el abrigo de su devoción a la Santa Cruz. Una senda hacia cuyas arenas marcó el paso el pregón de Juan Carlos Romero Marmesá, quien, acompañado por los sones del tamboril, abrió el lunes el telón de una celebración que, en muchos casos, propicia el encuentro de los campilleros ausentes, los que se marcharon hace décadas, y la villa que les vio nacer. 

Las palabras emanaban del pregonero con un profundo sentimiento de amor hacia la Santa Cruz. Proferidas en forma de música encandilaban a los cientos de personas que anhelan el instante en el que los peregrinos, caballos y carretas marchan en busca del romero para dejar atrás, vacías, aunque nunca abandonadas, las rectas rúas que configuran el casco urbano campillero. 

Y en el aire, el recuerdo de quienes ya no están. Romero Marmesá no podía olvidarse de la ausencia de un romero emblemático, el que durante incontables años ha dirigido a lomos de su caballo el mando de alcalde de carretas, Curro Lozano. Abatido, con lágrimas que brotaban sin oposición alguna, el pregonero rindió un homenaje a ese amigo que siempre estará en las arenas del camino, junto a la Santa Cruz y todos sus paisanos. Un beso hacia el cielo y el cálido aplauso de todo el pueblo campillero inundaron de emoción la nave municipal. 

Aún quedaba, no obstante, un último tributo, el de la Hermandad de la Santa Cruz de El Campillo, cuyo presidente, José María Monterrubio, declaró a Curro Lozano socio de honor a título póstumo. Luego llegarían las voces flamencas de Manuela Moguer, ‘Albero’ y ‘Brumas’, tras cuyas actuaciones se lanzó un cohete por cada año de romería y se procedió a la apertura de las puertas de la ermita. 

La santa misa, oficiada por el párroco Mateo Pozo Castellanos, y la tradicional ‘enzapatá’ clausuraron ayer la primera fase de una celebración que descansa hoy para vivir sus días grandes a partir del viernes.

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