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Pablo Pineda

El ascenso se escapa de las manos

El ascenso se escapa de las manos

Siete derrotas consecutivas, la última ante el Beas, minan cualquier aspiración del Campillo a colarse entre los cuatro primeros

EL CAMPILLO. Las quinielas ya no admiten pronósticos de ascenso para el Campillo. Cualquier posibilidad de disputar las eliminatorias que dan el billete para la Regional Prefrerente se han esfumado de manera, si no matemática, sí definitiva. Siete derrotas consecutivas, algunas de ellas ante rivales directos por esa meta, suponen una losa demasiado pesada, de modo que los pupilos de Arsenio Piñero ya sólo deben pensar en poner fin a una racha de resultados devastadora para tratar de acabar la temporada con la mayor dignidad posible.

El cuadro blanquiazul no levanta el vuelo desde que, en la última jornada de la primera vuelta, el todopoderoso Cerreño le endosara un contundente 5-0 en el Motero Valle. Un duro revés al que le han seguido las derrotas ante Castillejos (0-2), Repilado (1-0), Encinasola (1-4), Nerva (2-0), Santa Olalla (1-2) y Beas (0-3). Este último duelo, disputado el pasado lunes, era el último tren que pasaba por la estación de los mineros. Y tampoco pudieron subirse a él con una victoria redentora que habría dejado el cuarto puesto a sólo cinco puntos. Hoy la distancia es ya insalvable: diez puntos.

El Campillo, por tanto, dice adiós al sueño que mantuvo vivo durante toda la primera mitad del campeonato, en la que se movió con soltura entre la segunda y la tercera posición de la tabla (hoy es décimo), fruto de unas desbordantes dosis de casta y físico que encubrían la inferioridad en términos de calidad. Pero los ingredientes de la receta de Piñero han caducado, en buena medida, por las lesiones y sanciones que han azotado a una plantilla exigua, así como por el exilio en el césped artificial del Perea Anta zalameño, pues los campilleros se habían hecho fuertes en el albero del Valero Rojas.

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