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Pablo Pineda

Medalla de la Villa 2011 – Cultura: José Orihuela Guerrero

Quien, de alguna forma, también puede ser considerado Hijo Adoptivo de nuestro pueblo, José Orihuela Guerrero, por el recíproco cariño que nos une, es, sin lugar a dudas, un gran acreedor de la Medalla del Área de Cultura de la Villa 2011. La razón, su decisiva contribución a la promoción de El Campillo, al inmortalizar su paisaje y su paisanaje a través de las páginas de su última obra, recién salida de la imprenta, El Proyecto Salvación (Editorial Sarriá). Una novela con la que este filósofo gaditano nacido en San Roque en 1961 y afincado en la Cuenca Minera desde mediados de los 80, primero en El Campillo y después en Nerva, se acuerda de nuestro municipio y de su gente al levantarse contra un mundo en el que parece que hay que pedir perdón por expresar aquello en lo que se cree y con el que invita al lector a reflexionar sobre su propia existencia.

Y es que José Orihuela realiza, bajo un marcado tono autobiográfico, un inquietante ensayo científico-filosófico a raíz de las vivencias, los paseos y las charlas de Pepe, el protagonista del texto, que, como hizo él en su día, imparte clases de Bachillerato. Unos instantes que comparte con sus hijos y amigos para abordar los más variados asuntos. Así, cuestiones relacionadas con la docencia, la física teórica, la exobiología, las relaciones de género, la política, la religión y otra serie de asuntos sociológicos y antropológicos transitan durante la narración por El Campillo (o Salvochea), por sus calles y enclaves emblemáticos, como el inigualable Parque Los Cipreses, para inundarlos de un bien tan preciado e imprescindible como es la cultura con mayúsculas.

Discurso de agradecimiento pronunciado por José Orihuela Guerrero al recoger la Medalla de la Villa 2011 del Área de Cultura:

"Buenas tardes-noches, amigas y amigos, ciudadanos de El Campillo-Salvochea:

Esta tarde un amigo me ha preguntado por el lugar hacia el que me dirigía y le he contestado diciendo “vuelvo a El Campillo”. Así es como me pronuncio cada vez que mis pasos me conducen hasta vosotros (nunca digo “voy”, sino “vuelvo”) desde que en febrero de 1987 decidí establecer en este lugar mi domicilio. Regreso ahora para recibir una mención que llena de orgullo a alguien que como el que os habla estima el avance de la cultura como el más preciado producto de nuestra especie. Vuelvo a contemplar vuestros rostros siempre amables y vuestras miradas cargadas de cariño. Vuelvo a uno de mis tres pueblos, al que junto a San Roque y Nerva constituye mi particular tríada de patrias chicas. Vuelvo para recoger un reconocimiento público, sin duda gracias mucho más a vuestra amabilidad que a los méritos que he contraído para ello. Gracias al Grupo Municipal Socialista por haberme propuesto para tal distinción, y gracias también a los grupos municipales popular y andalucista por haberse sumado a la iniciativa. Vuestra unanimidad me honra.

En mi primera novela (1), que presenté aquí el pasado 10 de junio, hablo de nombres y lugares que forman parte de la geografía sentimental de todos nosotros. Hablo de los dos nombres de este pueblo, porque (cito textualmente) “los nombres no son inocentes. Nombrar algo es dotarlo de sentidos, sentimientos y significados bien concretos”. Y a la vez que reivindico la memoria del pasado, una buena parte de mi relato se desarrolla en “Los Cipres”, a los que califico creo que sin exageración y con toda justicia como (vuelvo a citar textualmente) “Campos Elíseos de la Cuenca Minera”.

Habéis incluido entre las razones por las que se me otorga esta distinción mi labor docente dirigida a muchos ciudadanos del actual El Campillo-Salvochea. Ellos recordarán sin duda que fue el pensador alemán Federico Nietzsche quien dijo que lo más difícil de otear para un hombre es su propia nariz, y espero que tal cosa no sea de aplicación en el caso del Parque de Los Cipreses. Una vez que gracias al trabajo de corporaciones anteriores se ha logrado que esos terrenos sean propiedad legal del pueblo, considero que es tarea de la actual y de todos los ciudadanos de este municipio y esta comarca poner en valor un lugar que reúne condiciones idóneas tanto para el ocio como para la implementación de una pedagogía real, fuente de valores cívicos como el respeto al medio ambiente y el cuidado del espacio público en tanto propiedad colectiva que es de todos nosotros y de las generaciones venideras.

Queridos conciudadanos (permitid que os llame así uno que se considerará siempre campillero y salvocheano), siempre he pensado que un escritor es alguien que recoge y plasma en el papel aquello que un pueblo entero vive y respira como parte de su atmósfera vital. Como ya os he dicho, una buena parte de mi obra tiene como privilegiado decorado ese parque. Allí pasé magníficas jornadas y su disfrute fue uno de los grandes presentes que me otorgó este pueblo. Estos días me he estado preguntando por el modo en que podría yo restituir a esta ciudad al menos una parte de lo que me ha dado. Y, puesto que mi patrimonio consiste principalmente en un conjunto de pensamientos y en el poder que otorga la palabra basada en argumentos racionales, aprovecho esta ocasión para anunciar públicamente que cedo al Ayuntamiento de El Campillo-Salvochea el uso de aquellas partes de mi obra que hacen referencia a este municipio para que sean utilizadas del mejor modo que se considere oportuno en aras del bien de este pueblo. Extiendo que de esta forma lugares del parque a los que en mi obra he aludido con los nombres de “El Palacio de los Osos”, “El País de las Hormigas” o “Las Minas del Elefante Rogelio” tornan a ser propiedad del sustrato social colectivo del que brotaron.

Y antes de que la emoción embargue mis palabras, sólo quiero expresaros que de esta forma no hago más que conjugar el verbo que siempre habéis provocado en mi interior: agradecimiento. Llevar la Medalla de Cultura de este pueblo será para mí desde este momento motivo de enorme responsabilidad, pero, más aún, fuente de un inmenso orgullo. Ciudadanos de El Campillo-Salvochea, vivir entre vosotros, trabajar con vosotros por el progreso de la enseñanza pública y escribir una novela donde hablo de este lugar ha sido para mi un placer y un gran honor".

(1) Orihuela Guerrero, José: “El Proyecto Salvación”. Editorial Sarriá. Mayo, 2011. 

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