Manuel Romero, Locomotoro, un espíritu luchador pionero de la asistencia en la Cuenca Minera
Hijo Predilecto de El Campillo, este onubense está a punto de cumplir su tercer cumpleaños en la residencia de SanyresAljaraque, donde ha encontrado un lugar en el que asegura que es completamente feliz
EL CAMPILLO. No son muchos los que conocen a Manolo Romero por su nombre, pero sí sabrán de quién se les habla al nombrar a ‘Locomotoro’ o ‘Don Loco’. Nacido el día 5 de mayo a las cinco de la mañana hace 77 años, ha marcado la vida de muchas personas, tanto en su localidad natal, el municipio onubense de El Campillo, como en toda la Cuenca Minera.
‘Locomotoro’ es su “nombre de guerra”. No le quedó más remedio. Él y otros compañeros de fatigas en las minas de Riotinto, hicieron suyos los nombres de personajes de Los Chiripitifláuticos para esquivar las persecuciones de la época. Casi tres décadas trabajó en la explotación de las históricas minas, nueve años sólo de noche. Tres horas de sueño y se reconvertía en cristalero y carpintero; sus hijos José Manuel y Leonor se merecían lo mejor. Teresa, su compañera, su amor, administraba.
Pero su espíritu luchador traspasaba las fronteras de su casa. De la nada puso en pie la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y la Unidad de Estancia Diurna Teresa Sousa Prieto, nombrada así, como su mujer, aquejada de este padecimiento que aniquila los recuerdos de una vida. Arrimó el hombro en la fundación del Hogar del Pensionista, la Asociación Protectora de Personas con Discapacidad Intelectual de la Cuenca Minera (Aspromín), su asociación de vecinos y en otras tantas causas.
Esto y más le ha valido el título de Hijo Predilecto de El Campillo, que cuelga de la pared de su habitación, además de otros reconocimientos. Ese tesón esel mismo que le ha devuelto la movilidad a sus piernas. Un accidente de coche y dos ictus nominaron su empeño e hizo lo que le dijo uno de sus nietos: andar. Pronto celebrará su tercer cumpleaños en SanyresAljaraque. “Aquí soy completamente feliz y así se lo digo a mis hijos”, que van a visitarle a diario, y a “mi Teresa, con la que tanto hablo” y la que nunca olvida.
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Pablo Pineda -