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Pablo Pineda

La poesía desgarradora de Orihuela despierta conciencias en El Campillo

La poesía desgarradora de Orihuela despierta conciencias en El Campillo

El poeta moguereño protagonizó una lectura pública de parte de su obra en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, donde expuso los vicios de Occidente

EL CAMPILLO. El poeta moguereño Antonio Orihuela evocó en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de El Campillo, a través de la lectura pública de parte de su obra literaria, los vicios de un mundo occidental deshumanizado, preso de los dictámenes del capitalismo, el mismo sistema que avala el dolor, la miseria y la destrucción cuando el interés económico sufre la, en realidad inofensiva, amenaza de un contexto de incertidumbre. Y todo ello mientras la telebasura, las revistas de lo pintoresco, de la frivolidad, mantienen en la inopia a una población que pierde su conciencia crítica, que cae en las garras de un consumismo exacerbado, superfluo, como si subsistiera en un marasmo de opulencia, ajena a la pesadumbre y la desolación que azota al resto de la ciudadanía, la que la suerte ha ubicado en los países del denominado Tercer Mundo, los del atraso y la carestía, los del hambre y la desesperación.

Títulos como Poemas para el combate, La Ciudad de las croquetas congeladas, Antología poética para una política de las luciérnagas o Tú, quién eres tú son algunos de sus últimos libros, con los que consolida una obra que ya empezaba a ver la luz pública en los años 90 con Si Rocky viera ese gato o Perros muertos en la carretera. Su visión de la literatura con un instrumento redentor, capaz de tornar una realidad oscura y tenebrosa, queda reflejada de un modo fehaciente en una de sus afirmaciones: “Tenemos que dejar de pensar nuestra vida en términos de materia prima y empezar a vivirla como vida con sentido, enajenada de su valor de compra y sumisión, trabajando en prácticas que nos ayuden a recuperar su tiempo de vida, denunciando e intentando eliminar las relaciones de explotación y profundizando en la democratización de la vida pública. Cualquier herramienta es buena, como la poesía rescatada de la muerte del arte y revivida para nuestro nuevo vivir”.

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