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Pablo Pineda

Yo reciclo. ¿Y tú?

Yo reciclo. ¿Y tú?

El centro Guadalinfo de El Campillo celebró el Día Mundial del Medio Ambiente con juegos de sensibilización en los que participaron unos 50 niños

EL CAMPILLO. El desarrollo sostenible versa sobre la necesidad de acometer acciones en el presente que garanticen un futuro verde. Se trata de que las generaciones de ahora no esquilmen los recursos naturales, que actúen de un modo responsable sobre el entorno para que éste también pueda ser disfrutado por quienes las sucederán mañana. En ese reto desempeñan un papel fundamental los más pequeños, los más jóvenes, pues son los mejores canales para sensibilizar a padres y, sobre todo, abuelos sobre la importancia de combatir, con gestos sencillos, un problema grave que apenas preocupaba a la sociedad de hace unas décadas, que, durante la etapa de la infancia, pasó desapercibido para quienes hoy son mayores. Éstos, por tanto, nunca tomaron una verdadera conciencia ecologista. Había otras dificultades acuciantes que apenas dejaban tiempo para pensar en algo que no fuera sobrevivir en ese preciso instante.

Pero aún no es tarde. Aún es posible subsanar los errores del pasado, la poca atención que se prestó al mundo vegetal, a los montes, a los animales… Por eso, el centro Guadalinfo de El Campillo aparcó, a lo largo de la última semana, su objetivo de extender la alfabetización digital entre los habitantes del núcleo minero para desarrollar la campaña ‘Yo reciclo. ¿Y tú?’, enmarcada en el programa de actividades organizadas para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente. En torno a medio centenar de niños aprendió, con el juego como medio divulgativo, todos los aspectos que rodean a la reutilización de esos papeles, cartones y envases de plástico y vidrio que siempre se habían arrojado al mismo contenedor de desechos, al orgánico. Hoy hay una alternativa: los puntos de basura selectiva, identificados por los colores azul, amarillo y verde. Ahí es donde deben depositarse esos residuos, para que vuelvan a nuestras casas en forma de nuevos folios, cajas o recipientes de comida, entre otros muchos productos. De esa forma se le da un respiro a la, tantas veces denostada, naturaleza.

Los menores, a lo largo de toda la semana, se alimentaron de ese mensaje. Lo hacían mientras se divertían con la confección de un mural sostenible y construían un tablero gigante sobre el que luego mostrarían los conocimientos incorporados. Trabajaban por el medio ambiente y disfrutaban con él. Apostaron por el reciclaje, por las energías renovables y limpias, por el ahorro de agua, por el uso del transporte público o la bicicleta y por la protección de las especies en peligro de extinción. Todo ello, como armas contra el derroche de elementos contaminantes como el petróleo, las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera provocadas por el contemporáneo uso indiscriminado y superfluo de coches y motocicletas o el furtivismo y el maltrato de los animales. Éstos fueron algunos de los temas verdes recogidos en las distintas casillas que conformaban esa especie de juego de la oca en el que las fichas eran los propios niños. Todos los participantes lo tenían claro al finalizar. Ellos van a reciclar. La pregunta es: ¿Y tú?

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