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Pablo Pineda

El Campillo roza la proeza

El Campillo roza la proeza

Los mineros merecieron la victoria ante un Villablanca conservador que sólo creó peligro a balón parado · El árbitro no quiso ver unas claras manos de Jesuli en el área visitante

EL CAMPILLO. El Campillo acarició la victoria en la ida de la fase de ascenso a Regional Preferente. La mereció, porque fue mejor que su rival, porque dio más sobre el césped artificial del Francisco Valero Rojas ante un Villablanca que aterrizaba en la localidad minera con la vitola de favorito que le otorgaba su primer puesto en el Grupo I; y por su afición, conjurada bajo el Frente de la P... Viga para hacer historia, para llevar en volandas a su equipo hacia el triunfo. Ésa era la meta de los salvocheanos, acudir al partido de vuelta con un resultado favorable, con garantías. Casi la alcanza, la tenía en su mano, pero se esfumó. No por falta de méritos, sino por la efectividad de un oponente que, con muy, poco, se embolsó un enorme premio, un empate a dos sellado con sólo dos golpes a balón parado, sin olvidar la pena máxima que no quiso ver el trencilla en el área forastera.

La escuadra blanquiazul fue la única que arriesgó. Aunque sin hacer un buen juego, superó siempre a los visitantes, en todas las facetas. Quizás le faltó a los hombres de José María Coronado un manejo más fluido del esférico en la medular para así acrecentar su dominio y plasmarlo en el marcador con contundencia. Eso sí, ambas escuadras se mostraban respeto en el arranque, demasiado. Se tanteaban para medir sus fuerzas, sobre todo, en el centro del campo. Ahora bien, fue el Campillo el que, de forma decidida, exhibió credenciales para hacerse acreedor del control de un choque que el míster villablanquero se limitaba a leer con un once replegado. Sólo intentaba sorprender en velocidad a la zaga minera.

Los campilleros pecaron de una cierta falta de profundidad, ya que, de haber aprovechado el dominio tanto territorial como de juego, se hubieran marchado al descanso con, al menos, dos goles en su zurrón. Al final llegó uno. Cuando ya nadie creía en la ventaja local y los jugadores estaban prestos para tomar el camino de los vestuarios, un centro desde la diagonal derecha llega a Salvi, que, muy hábil, de cabeza, cruza el esférico. Dejó sin posibilidad de reacción al meta David Lepe. Era el 1-0. Explotaba el graderío de júbilo. El éxtasis embargó el Valero Rojas.

La segunda parte siguió bajo la misma tónica: un Campillo que perseguía ampliar su renta y un Villablanca fiel a sus principios, muy conservador, a la espera de una contra mortífera. En el minuto 53 ya Salvi pudo ampliar las distancias, pero su disparo fue desviado a córner por el arquero visitante. De lo que pudo ser, a una fatídica realidad, cruel. Cuatro minutos después, el mazazo para los salvocheanos. Una falta en la frontal del área de Manuel David es lanzada por Patrón. El desenlace, la igualada (1-1). El gol cayó como un jarro de agua fría tanto en la parroquia como en los jugadores locales. También los enrabietó, puesto que, apenas transcurridos dos minutos, un cambio de orientación de derecha a izquierda llega a Justo, que controla dentro del área y agarra un tremendo zurdazo que repele David Lepe. Vizcaíno, muy atento, fusila al portero y firma el segundo de la cuenta minera. Se hacía justicia.

El 2-1 dio a paso a instantes en los que el Campillo, incluso, comenzó a gustarse. Se presumía la consecución del tercero, se respiraba en el aire, pero nada más lejos, porque, en el minuto 67, un error infantil de la zaga provoca que el colegiado decrete una pena máxima que se encargaría de transformar Cano (2-2). El Villablanca, sin hacer nada del otro jueves, otra vez a balón parado, extraía petróleo de su escasa ambición.

El Campillo, con el 2-2, no redujo sus deseos, su sed de victoria. No cesó en su ansia por desnivelar el casillero, aunque la retraída y seria defensa visitante se lo impedía cada vez que las huestes de José María Coronado merodeaban el portal villablanquero. Ya fue un querer y no poder de los presididos por Francisco Vera, entre lo que destacaron dos acciones consumadas en los minutos 80 y 85. La primera, un disparo de Vizcaíno que es interceptado con las manos por Jesuli para cortar la trayectoria de un balón que se dirigía a puerta. Un lance que ni el asistente de la banda de tribuna ni el árbitro, muy protestados, quisieron ver. La segunda, una jugada por la banda izquierda de Caballero que terminó con un centro que se paseó por la meta sin encontrar rematador cuando todo el graderío cantaba ya el tanto.

El 2-2 ya no se movería en un envite en el que el Campillo, tesonero y trabajador, mereció mejor resultado ante un Villablanca que dio mucho menos de lo que se esperaba del cartel que portaba, el de gigante de la categoría tras imponerse con claridad en el Grupo I de Primera Provincial. No lo lució, decepcionó sobre el césped artificial del Francisco Valero Rojas. La eliminatoria, sin embargo, si cae de su lado, aunque sigue abierta. Todo se decidirá en su feudo el próximo domingo 27 de mayo.

CAMPILLO-VILLABLANCA: 2-2

CAMPILLO: Manuel David, Jorge, Fernando Pineda (Víctor, 75’), Rubén, Israel, Liberto, José Mari, Caballero, Vizcaíno, Justo y Salvi.

VILLABLANCA: David Lepe, Juan, Cuca, Pepete, Jesuli, Miravent (Jesús, 85’), Patrón, Antonio, Tomás (Requena, 90’). Cano (Juanma, 78’) y Miguel.

Árbitro: Sevilla Gómez, auxiliado en las bandas por Muñoz García y Santos Abad. Regular, dejó de señalar un claro penalti en el área visitante en el 80’. Alargó cuatro minutos las dos mitades del encuentro. Amonestó a los locales Rubén (30’), Justo (40’) y Vizcaíno (62’); y al visitante Cuca (24’).

Goles: 1-0, Salvi (45’+2’). 1-1, Patrón (57’). 2-1, Vizcaíno (59’). 2-2, Cano (67’), de penalti.

Incidencias: Partido disputado en el Municipal Francisco Valero Rojas con la mejor entrada de la temporada en una tarde muy calurosa y en la que la afición campillera no paró de animar. Poca afluencia de seguidores visitantes. En los prolegómenos del partido, el presidente del Campillo CF, Francisco Vera Mancheño, pidió matrimonio a su prometida, Mari Ángeles Pérez Navarro, a través de una pancarta que portaban los futbolistas blanquiazules.

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