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Pablo Pineda

El flamenco del hijo pródigo

El flamenco del hijo pródigo

José Luis Diéguez, Melón de Oro en el Festival Internacional de Lo Ferro, presenta en El Campillo su disco, ‘Aires de Huelva’, arropado por Francisco Cumplido, Juan Antonio Marín ‘El Patita’, José Manuel Rodríguez y Leticia de Fernanda

EL CAMPILLO. Con un lleno absoluto, con un Teatro Municipal Atalaya a rebosar, con un patio de butacas completo. Con este calor recibió El Campillo al flamenco del hijo pródigo, al disco de José Luis Diéguez Conde, Aires de Huelva, a su cante revestido de solemnidad, de excelencia, del aura dorada del Melón de Oro conquistado en el Festival Internacional de Lo Ferro 2013, que lo porta como símbolo de su consagración, del Everest de una promesa que, con su coronación, deja de serlo, porque se eleva a ese espacio de los elegidos. En su pueblo lo es, como lo certifica el respaldo, el amor de su gente a su arte, a su duende, el éxito de una gala en la que le acompañaron voces de referencia de la antigua Salvochea como Francisco Cumplido, Juan Antonio Marín El Patita y José Manuel Rodríguez, así como otro diamante en bruto procedente de Zufre como es Leticia de Fernanda. Al toque, Pablo Llamas.

Ante un público expectante, José Luis Diéguez arrancó, como los mejores maestros, por la soleá, centro del arte jondo, rectora de la estética flamenca, matriz de variados estilos. Eran las primeras pinceladas de un espectáculo que dejó huella, que será recordado durante largo tiempo por la extensa afición minera que se concentra en torno a la renacida Peña Flamenca Candil Minero de El Campillo. El tono festero arribó con las alegrías gaditanas, con un carrusel de temas de este palo integrado en el grupo de las cantiñas. Con ellas se marchaba del escenario el protagonista de la velada, para dar paso a un segundo acto, a una voz forjada en el corazón de la tierra, en las entrañas de la Cuenca Minera, a una garganta que no se apaga, la de Francisco Cumplido. Con tangos y fandangos naturales, colosal.

Volvía a escena la perla salvocheana. Esta vez, por granaínas y medias granaínas, por tientos y tangos, por bulerías... Todo, con la precisión milimétrica que caracteriza el cante de este joven de 27 años licenciado en Administración y Dirección de Empresas en el que germina el flamenco, el genio, desde lo más hondo de sus raíces, de su árbol genealógico, porque lo lleva en el ADN. Una realidad que volvió a quedar patente con el último acto, con la ronda por los aires, por los fandangos, de Huelva con la que deleitó, junto al resto de artistas participantes, junto a Francisco Cumplido, Juan Antonio Marín El Patita, José Manuel Rodríguez y Leticia de Fernanda, a un público entregado, absorto ante la magnanimidad del arte que se desplegaba sobre las tablas del Teatro Atalaya, del duende que todos compartían y entre el que José Luis Diéguez Conde sobresalía. Era su noche. Él era la estrella. Y brilló. Profeta en su tierra.

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