Mi madre tuvo a un niño rubio y le dieron otro moreno, que murió
Familia Martín Zamorano
¿Quién? Marisol busca a su hermano, que hoy tendría 43 años. ¿Dónde? El niño nació en el hospital Manuel Lois. ¿Cuándo? Su madre, Josefa, dio a luz el 3 de junio de 1968. ¿Cómo? Manuel iba a ser el sexto hijo de Josefa y José María. Vio nacer a su hijo, rubio y de ojos claros, como ella. Cuando se lo entregaron, horas más tarde, no era el mismo bebé. ¿Por qué? Marisol considera que su hermano fue robado y está vivo. Su caso está siendo investigado por un juzgado de Valverde del Camino.
EL CAMPILLO. El matrimonio conformado por Josefa Zamorano y José María Martín, naturales de la localidad onubense de El Campillo, vivía en Huelva allá por 1968. Por motivos de trabajo, la pareja se había instalado en la capital con sus cinco hijos, según narró a este diario una de los nueve hijos de ambos, Marisol Martín. El sexto venía en camino. Iban a llamarlo Manuel Ángel. El 3 de junio de 1968, a los nueve meses de gestación, el niño decidió venir al mundo. La mujer se trasladó de inmediato al centro hospitalario Manuel Lois, donde la ingresaron. Josefa recuerda que el parto fue tan rápido y tan bien que una de las enfermeras que la asistía la felicitó diciéndole: “Muy bien, así separe”.
El recién nacido era “precioso y muy hermoso”. Pesó alrededor cinco kilos, “era tan regordete y grande que parecía que tenía dos meses”. A Josefa se le quedaron grabadas a fuego en el alma sus facciones dulces, “idénticas a las de mi padre; de hecho, la enfermera le dijo a mi madre que parecía que tenía delante una foto de mi padre”, relató Marisol. Tampoco se le olvida que, pese al extraordinario parecido con su progenitor, el niño había sacado el pelo rubio y los ojos azules de su madre.
Las monjas se llevaron al crío. En aquellos años, asegura Marisol, “no hacían como ahora que te dejan a tu hijo a tu lado todo el tiempo, sino que te lo daban sólo cuando le tocaba comer para que le dieras de mamar”. En una de esas tomas, Josefa se quedó petrificada. Llamó la atención de la religiosa y le dijo que ese crío no era el suyo: “Le habían dado a un niño delgadito, enclenque, moreno, que no tenía nada que ver con mi hermano, y en un día o en horas es imposible que le cambie el color del pelo”. La respuesta de la monja fue, según Marisol, contundente: “Si no lo quiere, nos lo llevamos”. La parturienta gritó que claro que lo quería, pero le repitió que ése no era su hijo. Finalmente, se lo llevaron. Las noticias que le llegaron, a continuación, fue que el recién nacido estaba enfermo y que debía permanecer en la incubadora.
Cuando le dieron el alta, le prohibieron la entrada al hospital “porque se ponía a pegar voces pidiendo que le devolvieran a su niño”. Fue su marido el que se encargó de cuidar del pequeño que permanecía en la incubadora. Durante doce días veló por el niño, que, finalmente, falleció el 15 de junio de 1968, según los documentos del Manuel Lois que acreditan su defunción. A Josefa Zamorano y José María Martín les dijeron que el neonato había muerto a causa de una leucemia. El hombre quiso reconocer el cadáver, “pero sólo vio un rebujón de trapos blancos, nada más, ni cara de niño ni nada”. Además, tampoco se hizo cargo del entierro.
Josefa tuvo después cuatro hijos más, nueve en total. La más pequeña de los Martín Zamorano es Marisol, que, en cuanto tuvo conocimiento de la existencia de la asociación Anadir -que aglutinaba en principio todos los casos nacionales de bebés desaparecidos- decidió contactar con ella. El 27 de enero de este año interpuso una denuncia por el presunto robo de su hermano ante la Fiscalía General del Estado, que derivó el caso al Ministerio Fiscal de Huelva.
El fiscal jefe de la Audiencia onubense, Jesús Jiménez Soria, halló en este asunto indicios de delito, por lo que ha sido derivado al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Valverde del Camino, que lo investiga. En su consideración no sólo ha pesado el relato de Josefa y el de su hija, sino incongruencias tales como que en los documentos del negociado del cementerio de Huelva se refleje que Manuel Ángel Martín Zamorano falleció dos días más tarde de la fecha registrada en el hospital, es decir, el 17 de junio.
Asimismo, en contra de lo que se le había dicho a los padres en un primer momento (algo que creyeron toda la vida), el parte de defunción del hospital constata que el bebé no murió de leucemia, sino por incompatibilidad de grupo sanguíneo. “Creo que después de haber tenido nueve hijos sin problemas, es muy raro que hubiera esa incompatibilidad con el grupo Rh de mi madre”, añadió Marisol.
Por fortuna para los Martín Zamorano, los documentos que obran en poder de la Justicia no sólo acreditan las fechas, “sino que tenemos, incluso, el nombre de la matrona que atendió a mi madre en el parto”. Marisol Martín prestó declaración en los juzgados de Valverde el 13 de diciembre. Su madre, aunque también había sido citada, no pudo hacerlo. A sus 78 años, Josefa padece una depresión y osteoporosis; su esposo está enfermo de Alzheimer.
Josefa mantiene, a día de hoy (43 años después), que su niño “fue robado, que se lo quitaron las monjas”. Ahora, madre e hija luchan codo con codo para “encontrarlo, porque nos gustaría saber que está bien, aunque tenga a otra familia, y nos encantaría que supiera que no nos hemos dado por vencidos y que lo estamos buscando”. Marisol asegura que su madre “todavía sueña con él y con que está vivo”. El pasado día 15 ambas se sometieron a las pruebas de ADN que organizaron en Huelva la asociación SOS Bebés Robados y Neodiagnostica Lab. Marisol animó a todos los padres que sospechen que sus hijos fueron robados “a que denuncien, que hay muchas madres con ese vacío dentro y es muy penoso vivir con esa duda”.
Raquel Rendón / Huelva Información
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