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Pablo Pineda

Historia del Carnaval de El Campillo

Historia del Carnaval de El Campillo

Hoy hemos querido sustituir el clásico pregón por un HOMENAJE HISTÓRICO al CARNAVAL, tanto de El Campillo como de Salvochea. Aquí, en el escenario de este centenario “Salón Matías” y actual Teatro Municipal “Atalaya”, no hay pregón sino historia del CARNAVAL contemporáneo de El Campillo, representada por su primera chirigota y su primera comparsa, y este “abuelo” y “narrador” de esa misma historia, apodado “abuelo” en las primeras letras de la primera comparsa de este renacido CARNAVAL y elegido ahora “narrador”, porque para cantar ya no sirve. Recordad aquella estrofa de “Los Carrozones”: “El Alcalde de mi pueblo es cada día más cateto. Entre la gorra y la barba, todos le llaman abuelo”. Y, después de las presentaciones, empezamos la NARRACIÓN HISTÓRICA.

El CARNAVAL siempre ha nacido como un grito de LIBERTAD del pueblo, un grito revestido de MÚSICA y de LITERATURA, como una artística expresión democrática frente a sus opresores. Así ocurrió también en la aldea de El Campillo, en el municipio republicano de Salvochea y en el rebautizado municipio de El Campillo desde la restauración del sistema democrático.

ALDEA

Uno de los recreadores locales de este nuevo CARNAVAL y de los fundadores de su primera chirigota, aún activo chirigotero y presente en este escenario, Francisco Javier Sánchez Rubio, alias “Tarugo”, publicó, hace ahora 17 años, en Huelva Información (26-II-1999) que su bisabuelo José Sánchez Sánchez, director y letrista de la comparsa de la aldea de El Campillo “Los hijos de La Obrera”, a la que también perteneció su hijo José Sánchez Tarriño, horas después de arrancar grandes aplausos en el Teatro de Minas de Riotinto en Febrero de 1926, hace ahora 90 años, fue sancionado por la británica minera RTCL a “una semana de suspensión de empleo y sueldo”. Seguramente para hacer méritos y conseguir mayores prebendas ante el Gobierno de España, ya que la letra ardorosamente aplaudida criticaba duramente a éste y no a aquélla con la siguiente letra:

“Abrir las cárceles y presidios, donde tenéis encerrados por asuntos sociales a miles de hombres, hombres honrados. Encerrar a esos criminales como a Berenguer y Navarro, al conde de Sanz, de la Cierva, espías de Maura y Gamazo. Que todo el que huela a cera se lleve su merecido. Y, de esta forma, el trabajador estará bien retribuido”.

Durante la lenta, dura y prolongada lucha de los aldeanos de El Campillo para conseguir la emancipación municipal de Zalamea la Real, lucha que se extendió entre el 30-X-1910 y el (22-VIII-1931, el CARNAVAL seguía vivo año tras año, transcendiendo muchas de sus letras, al ser interpretadas en otras localidades de la Cuenca Minera de Riotinto. Adquirió una especial notoriedad la siguiente letra, titulada “YA LA CABRA SE SECÓ”, creada y cantada en 1931, que resume la larga historia de la reivindicación emancipadora, en homenaje a la aldea de El Campillo, que el próximo mes de Agosto se convertiría en el nuevo Ayuntamiento de Salvochea, primer municipio creado por la Segunda República:

“Todos los atardeceres, cada mañana temprano, ponía la cabra sus ubres en las manos del tirano. Empezaba el manoseo hasta ponérselas tersas y que la leche fluyera igual que el pan de la artesa. Cansada de siempre dar y de nunca recibir, llegó un día a percibir que se podría pastar sin que ningún alguacil la tuviera que ordeñar. Empezó a morder la cuerda que la retenía atada sin que recibiera nunca un buen morral de cebada. En 1911 se cansó ya de rendir y con Constancio Tenaz (Virgilio Pernil Macías) fue acompañada a Madrid. Entre dimes y diretes no se conseguía nada y la cabra continúa dando leche sin cebada. De nuevo, nuevos intentos, con hombres de buen criterio, para que a Constancio Tenaz le escuchen los ministerios. Ya la cabra paladea buen pasto, pienso y progreso, pues, cansada de luchar, no permite un retroceso. Y Constancio machacando para que a su hermosa cabra no la sigan ordeñando. Y así llegó 1931 y, en el mes de más calor, la cabra dejó de ser objeto del dictador. Ya la cabra se secó, ya no la ordeña el ajeno, porque bastante abusó por haber sido tan buenos. Por eso, en cada rincón, se escucha a bombo y platillo, la cabra se llama ahora noble pueblo de El Campillo”.

SALVOCHEA REPUBLICANA

Constituido ya el nuevo Ayuntamiento de Salvochea, la comparsa de tangos, titulada “Los hijos de La Obrera”, dirigida por José Sánchez Sánchez, entrega al alcalde una hoja con las siete siguientes letras:

1. PRIMERA: Presentación al Alcalde. “Son Los hijos de La Obrera los que llegan muy atentos a visitar en este día este digno Ayuntamiento. Esperan, señor Alcalde, que usted tenga la bondad de concedernos permiso este día de Carnaval. Nosotros, nuestra misión es hacer un recorrido por toda la población, cantar cuplés y divertirnos. De todos reciba usted las gracias anticipadas. Igualmente los demás del Municipio que manda”.

2. SEGUNDA: La guerra de Marruecos. “España conserva el luto del desastre de Marruecos y aquel Sanjurjo quería que apareciera de nuevo. Buenos fueron los principios, si te haces dueño del mando. Con el plan que te llevabas, empezabas asesinando. En aquel tren militar, que quería aplastar en el puente, bien pudiera darse el caso que viniese algún pariente de aquellos que se quedaron allá en la tierra africana. Estos fueron asesinados por las manos de un canalla”.

3. TERCERA: Juegos juveniles. “Hay que ver con la prontitud que en este centro minero me coge la juventud todas las clases de juegos. Vino el juego del diabolo. Lo cogieron al dedillo. Y, si es el del yo-yo, lo juegan hasta los chiquillos. Nos resulta muy precioso por las noches en los cines ver el yo-yo en las manos de unos cuantos figurines. Cogen los mejores sitios y aprovechan los momentos para que el novio se lo juegue aunque sea en el mismo asiento”.

4. CUARTA: Los curas y las monjas. “Nos da mucho que pensar que una nación como España no haya terminado ya con la gente de sotana. Sabiendo lo peligroso que son para la nación los reptiles venenosos que usan ese paletó. Esas águilas de rapiña, las monjas y las beatas, ¿por qué no me las cogéis y las transportáis a Bata? Y a todo el que se dedique a los libros religiosos estamparle el breviario en la caldera de un pozo”.

5. QUINTA: Desaparición del pueblo de Riotinto. “Te encontramos una tristeza, Riotinto, precioso pueblo, el que causaste envidia a todo el universo. Porque ves las cuatro calles que te dejan por recuerdo y se llevan para El Valle a tu hermoso Ayuntamiento. Se toman mucho interés todos en esa barriada. A tu calle de la Huerta no puede acercarse en nada. Tu preciosa plazoleta y tu antiguo Ayuntamiento, la Plaza Constitución con sus naranjos y asientos. Si nos ponemos a nombrar todas tus preciosas calles, Reina Isabel y Perejil valían más que todo El Valle. En tu patrón iluminaban aquéllas con farolillos, ¡donde va esa barriada contigo, pueblo tan lindo!”.

6. SEXTA: Defensa de Pablo Iglesias Posse. “Son muchos los que le atacan, porque se encuentra en la tierra, al valiente luchador, al abuelo Pablo Iglesias. No quieren reconocer aquellos ideales sanos del que luchó por el bien de todo el proletariado. Todos esos que le insultan han adquirido millones. El abuelo fue a la tierra luchando, pero fue pobre. Éstos, al morir, le dejan a su familia el vivir. Pablo Iglesias le dejó a su viuda el pedir. Sólo se le conoció en vida al honrado anciano las señales en las muñecas de esposas que le amarraron. Y, como herencia, dejó los nombres de todas las prisiones, que, en sus días, recorrió en bien de los trabajadores”.

7. SÉPTIMA: El obrero desempleado. “Llegó un obrero parado, que se veía sin comer, a pedir una limosna a la puerta de un burgués. Perdona: fue lo primero que tuvo para contestar. ¿Tienes valor de venir a pedirme, criminal? El pobre obrero, indignado, le dijo a aquel miserable: criminal lo eres tú, no le des tu nombre a nadie. El pedir es de hombre honrado, no es querer asesinar. Pido pan, pido trabajo, no me lo queréis dar. ¿Acaso ese capital que tú posees hoy, tirano, no es el sudor que ha vertido la sangre del proletario? ¿Y te atreves a insultar y te he escuchado, canalla? Ahora debiera matarte y comerte las entrañas”.

REPRESIÓN FASCISTA

Estos gritos carnavaleros de LIBERTAD también fueron duramente castigados por los rebeldes golpistas de 1936, hace ahora 80 años. Efectivamente, el letrista y director de la comparsa “Los hijos de La Obrera”, José Sánchez Sánchez, no sólo sufrió, primero, aquella “suspensión de empleo y sueldo” de la RTCL, y, después, la huida permanente para evitar ser asesinado por los fascistas sublevados en el asalto a Salvochea (26-VIII-1936), sino que, además, tuvo que soportar el asesinato (1-I-1937) de su segundo hijo, también comparsista, Dámaso Sánchez Tarriño, a los 25 años de edad, soltero.

Otros muchos comparsistas padecieron también las consecuencias represoras de que los fascistas convirtieran en delitos de “REBELIÓN MILITAR”, con carácter retroactivo, cualquier ejercicio individual o colectivo de LIBERTAD, incluidas las expresiones literarias o musicales, como son las del CARNAVAL. En muchos expedientes de “Consejos de Guerra Sumarísimos de Urgencia” aparecen vecinos salvocheanos acusados de haber participado alguna vez en comparsas y actividades carnavaleras. Otros ni siquiera tuvieron la suerte de que se les abriera expediente alguno, sino que fueron directamente asesinados.

RESTAURACIÓN DEMOCRÁTICA

Todo este pasado del Carnaval aldeano y salvocheano lo conocí personalmente durante el primer mandato del nuevo Ayuntamiento democrático de El Campillo (1979-1983), gracias a la información oral recibida por compañeros, algunos de ellos concejales, como Francisco Valle Medina, Juan Manuel Carranza Durán o José Manuel Sánchez Castilla, que vivieron aquel antiguo Carnaval y que sufrieron también de formas diversas su posterior prohibición dictatorial y canallesca represión fascista de sus protagonistas.

Por ello, incluimos para el segundo mandato (1983-1987) como punto primero del Área de Cultura del Programa Electoral Socialista “Revitalizar y potenciar las fiestas del CARNAVAL”. Además, cinco miembros del Grupo Municipal Socialista, Joaquín Rivas Luardo, Manuel Campanario Macías, Luis Emilio Matos Pérez, Luis Francisco Florido de la Rosa y yo mismo, junto a otros amigos, creamos la comparsa “Los Carrozones”, que se unió a la jovencísima chirigota “Los turistas de Pekín que venimos de Berlín”, un año después de haber nacido ésta, cuyo estribillo “los campilleros somos internacionales” se convirtió en el lema mediático del CARNAVAL de El Campillo.

“Los Carrozones” comenzaron su andadura carnavalera con un nexo de reconocimiento y homenaje a las antiguas comparsas aldeanas y salvocheanas. Recordemos aquellas estrofas: “De aquellas comparsas de entonces, nos cuentan los viejos que hay en el lugar, que cruzaban sus banderas, tenían cantineras y mucha verdad. Allí se habla de trabajo, de hambre y de engaño del vil capital. Sus letras eran picantes, contaban la historia de la verdad”. Esta misma comparsa de “Los Carrozones”, que posteriormente pasó a denominarse “Los Califas”, añadió también a su primera actuación una significativa dosis de autocrítica de su propia gestión municipal en el Ayuntamiento con el objetivo de incitar a ello al resto de agrupaciones creadas o por crear y recuperar así totalmente el espíritu crítico del antiguo CARNAVAL, símbolo y grito popular de LIBERTAD. Finalmente, cabe destacar la notoriedad del pasodoble “Homenaje a la mujer campillera”, creado por “Los Califas”, que, al igual que “Los campilleros somos internacionales”, de “Los Perendengues”, siguen siendo las dos piezas más cantadas, año tras año, en el CARNAVAL de El Campillo.

Termino rindiendo un muy merecido homenaje a estas dos agrupaciones, representadas aquí y hoy en este escenario del Teatro Municipal “Atalaya”, porque fueron el motor necesario que hizo crecer rápidamente el número de agrupaciones, alentando la incorporación de grupos femeninos al CARNAVAL, hasta que conseguimos llegar a diez agrupaciones en el año 2000 y a nueve agrupaciones en el año 2003, coincidiendo con la inauguración del Teatro Municipal “Atalaya”.

 

 

Fernando Pineda Luna

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