La sociedad de las falsas apariencias, al desnudo en Maribel y la extraña familia
La obra de Miguel Mihura fue puesta en escena en el Atalaya por el Aula de Teatro de Encinasola, a la que pertenece el campillero Antonio Manuel Payán
EL CAMPILLO. El Aula de Teatro de Encinasola puso en escena el pasado sábado en el Teatro Municipal Atalaya Maribel y la extraña familia, de Miguel Mihura. Los actores, entre los que se encontraba el campillero Antonio Manuel Payán, concejal de Cultura de la localidad serrana, hicieron disfrutar al público con una representación magistral de esta comedia que, a través del enredo y la mentira, indaga en los conflictos que la falsedad y la hipocresía de algunas normas y costumbres sociales generan en la pareja.
El equívoco, la ambigüedad y la suposición son los motores del humor de esta obra en la que Antonio Manuel Payán encarnaba a Marcelino, el tímido e ingenuo joven empresario que llevó a su casa a la prostituta Maribel porque pensaba que ésta se había enamorado de él al saludarlo en la barra de un bar. Ella fue incapaz de encontrar el momento para confesarle la verdad y, al final, optó por casarse y convencerse a sí misma de que jamás había vendido su cuerpo a cambio de dinero.
Maribel y la extraña familia, de esta forma, sitúa al espectador ante el mundo de las falsas apariencias, que se impone a la libertad del ser humano para condenarle a renunciar a su personalidad y convertirse en lo que los demás quieren o esperan que sea o, al menos, a parecerlo. El individuo, por tanto, es víctima de una sociedad perversa que lo reduce a su mínima esencia. Es la consideración del ser como absurdo.
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