El Campillo CF vuelve a Preferente
Un gol de José Mari hace bueno el 2-2 de la ida en la eliminatoria de ascenso frente al Villablanca y pone fin al ostracismo de siete temporadas en Primera Provincial
VILLABLANCA. Historia. Esto es lo que ha hecho, y con mayúsculas, el Campillo CF, que, contra todo pronóstico, sin partir como favorito en una eliminatoria de ascenso en la que se medía al campeón del Grupo I, el Villablanca, en la que desempeñaba el papel de David en una batalla desigual contra Goliat, ha puesto fin al ostracismo de la Primera Provincial, a siete temporadas de penitencia por la última categoría del fútbol. El gol de José Mari, un aracenense formado en la cantera salvocheana que retornaba a la que es su casa (ahora más todavía) en el mercado de invierno, desató la catarsis, hacía bueno el empate a dos de la ida en el Francisco Valero Rojas y elevaba al cuadro blanquiazul al máximo nivel del balompié onubense. El Frente de la P... Viga, incesante en su ánimo al equipo, estallaba de emoción en un feudo beturiano que vestía sus mejores galas ante la fiesta que se avecinaba.
El club minero inserta así unas nuevas páginas doradas en un libro con más de medio siglo de antigüedad que se empezó a escribir allá por 1953 con el nacimiento del Escuadrilla CF y en el que aparecen ya con letras de oro cada uno de los integrantes del plantel de esta campaña 2011-2012: Manuel David, Palma, Manuel (porteros), Fernando Pineda, Jorge, Enrique, Caballero, Israel, Rubén Coqui, Liberto, Navarro, Basilio, Dani Cabanillas (defensas), Jero, Darío, Justo, Lilu, Sergio, David (centrocampistas), Salvi, Víctor Vizcaíno, Pino, Víctor, Emilio y José Mari (delanteros). Éstos son los hombres que, dirigidos desde el banquillo por José María Coronado (natural de San Telmo) y bajo la Junta Directiva que preside Francisco Vera Mancheño, Churruca, han catapultado a la nave campillera a Regional Preferente, la categoría en la que ya brilló con luz propia en la década de los 90 y a principios del presente siglo XXI capitaneada por la clase del ya retirado centrocampista local Juan Barragán.
Los salvocheanos emergieron como justos acreedores del ascenso. Lo merecieron. El Villablanca, que había firmado una tarjeta de presentación en la fase regular de 101 goles a favor y sólo 35 en contra, no expuso en ningún momento sobre el albero esos argumentos que lo convirtieron en el líder destacado de su grupo. Jugaba en casa y nunca creó ocasiones (como ya ocurriera en el envite de ida en el Valero Rojas, donde marcó dos tantos a balón parado). El dominio siempre fue del Campillo CF. Eso sí, sin excesiva fluidez, pero no era el día para las florituras. La tensión era demasiada. Se acariciaba un sueño y ello pesaba en las piernas de los jugadores. Ahora bien, nunca los amilanó. Los blanquiazules necesitaban un gol y lo buscaron desde el pitido inicial. Ellos fueron los únicos que se aproximaron al portal contrario. Su rival se limitaba a envíos largos que no encontraban a nadie. Se conformaban con dejar pasar el tiempo.
Ya en la primera mitad hubo un amago de lo que sucedería. El Campillo se veía superior y alimentaba así su confianza en lo que, en un principio, parecía una utopía. Salvi metía la puntera en un centro al área de Justo y el cuero se colaba en las mallas que defendía David Lepe. El trencilla señaló un fuera de juego que frustraba la celebración de las varias decenas de aficionados mineros que ya se abrazaban en las gradas. Era el minuto 25. El oponente, aunque dormido, agazapado, no obstante, también era peligroso y, en cualquier instante, podía asestar un golpe que sería definitivo. De hecho, casi ocurrió en el minuto 5, cuando Cano cabeceaba muy cerca del palo un centro de Tomás desde la banda izquierda. Fue un espejismo.
Nada varió en el segundo periodo. El decorado era el mismo. El Villablanca, conservador, apenas se prodigaba en ataque. El Campillo controlaba y esperaba su oportunidad. Ésta llegó nada más arrancar el último acto. Víctor Vizcaíno recibía un pase entre líneas y se plantó solo ante el cancerbero beturiano. El veterano ariete riotinteño cruzó en exceso y el esférico salió pegado a la cepa del palo. El Frente de la P... Viga se lamentaba entre el anhelo de no pagar caro ese error o falta de fortuna de su delantero. Al final, la escuadra salvocheana no echó en falta esa ocasión, puesto que, a falta de 20 minutos, el reloj se detuvo. La imagen se congeló en la retina de la hinchada minera. Liberto daba un pase medido al recién incorporado al campo José Mari, que se revolvía en el área, driblaba a un zaguero y lanzaba un fuerte disparo que se colaba muy cerca de la escuadra. Inalcanzable para David Lepe.
Los campilleros explotaron de alegría. Nada podía describir la euforia de una afición que, entre el júbilo y lágrimas, trataba de empujar el cronómetro para que la contienda concluyera. Temían la reacción del Villablanca y suspiraban con cada balón que se perdía por la línea de fondo. El nerviosismo, sin embargo, respondía más al miedo a perder lo que ya tocaban con la mano (y por los diez minutos descontados por el colegiado) que por una amenaza real. Los de casa apenas inquietaron a Manuel David, el que se erigió en salvador en esa última jornada en el feudo del Cerreño. Acecharon sus inmediaciones, pero sin disparar a puerta. Sólo una tuvo el conjunto beturiano, cuando Patrón, pasado el minuto 80, recibió el cuero delante del arquero blanquiazul. Se presagiaba el 1-1, aunque nunca llegó. La figura del juvenil Jorge, raudo y veloz, providencial, se interpuso en su camino y evitó la tragedia.
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