La huelga de la dignidad
Hay huelgas que hay que hacerlas por dignidad. La de mañana, la del 14-N, es una de ellas, aunque nos causen problemas, más, para pagar las facturas. Hagámosla, todos, porque lo que no nos podemos permitir es seguir callados, permanecer arrodillados. Hagámosla, renunciemos a ese jornal, por solidaridad con los que ni siquiera tienen qué comer, por solidaridad con quienes han perdido su trabajo, por solidaridad con quienes han sido desahuciados. Un día podemos ser nosotros.
Hagámosla en memoria de quienes se han quedado por el camino, de quienes se han visto abocados al suicidio o quienes han muerto desamparados en su dependencia. Hagámosla, todos, porque esta huelga, la pérdida de este día de salario, es una inversión en futuro, porque la alternativa, la inacción, es autocondenarnos a perpetuidad a esta austeridad indecente, a la crueldad de este austeridaje, como bien lo define Iñaki Gabilondo, que sólo conducirá al aniquilamiento del austero, del obrero.
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