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Pablo Pineda

La noche más larga se hace en Traslasierra

La noche más larga se hace en Traslasierra

TRASLASIERRA. La noche más larga se adueña, furtiva, de Traslasierra. La luz la abandona con cada ocaso. Tras la marcha del sol queda la muerte, el silencio lúgubre de la oscuridad, el abismo, la nada, el vacío, la detención del tiempo, la quietud incierta. Las farolas se ensimisman en una estampa tétrica dibujada por la infructuosidad de unas bombillas que no prenden. La aldea de El Campillo se torna durante unas interminables horas, sin más abrigo que la luna, en una ciudad fantasmagórica, inhóspita. El trasiego por sus pacíficas calles, inseguro. El encanto se vuelve tinieblas. La espera del alba, larga, eterna. El amanecer, un sueño, porque con él se difumina la pesadilla, retorna la vida... Hasta la siguiente caída de las sombras. “Hágase la luz”, implora la población. Pero la luz no se hace.

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