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Pablo Pineda

El vanguardismo y las viejas tradiciones

VALLE DE GUADALHORCE (MÁLAGA). El presente es el resultado de los avatares que construyeron nuestro pasado. Incontables son ya las ocasiones en las que los ciudadanos, en especial, los jóvenes, han escuchado afirmaciones similares en un intento de mantener vivo, o recuperar del olvido, el recuerdo, la memoria de quienes nos precedieron, de las generaciones que, a través de su esfuerzo, colocaron los cimientos del estado del bienestar actual. En torno a esta realidad, bajo el contexto de un planeta cada vez más globalizado, jóvenes de la Cuenca Minera y el Andévalo, junto a participantes de las comarcas del Corredor de la Plata, Guadix y el Valle de Guadalhorce, saborearon el último fin de semana el magnánimo valor de los productos típicos de la tierra andaluza, elaborados de forma artesanal con el objetivo de preservar la calidad de los alimentos que manaron de las mentes de nuestros ancestros. Todo ello, en busca de alternativas, de soluciones, a la crisis del mundo rural, de potenciar el desarrollo de los pueblos andaluces que sufren de un modo directo el azote del crecimiento desmesurado de las frías e impersonales urbes. Una salida que se abre ante la recuperación de las tradiciones, con tintes de vanguardismo, de adaptación a los nuevos tiempos, nunca ante el sometimiento a transformaciones deletéreas de su esencia, de su riqueza.

Se trataba del ‘V Encuentro de Jóvenes por el Desarrollo Rural’ organizado por los grupos de desarrollo rural. El escenario, un complejo turístico anclado en el entorno natural de Coín (Málaga), lejos del ajetreo y la contaminación de las ciudades. Allí, la última generación de andaluces, el colectivo en el que recaen las posibilidades de progreso de sus municipios, convivió en fusión con un medio ambiente sano, libre de impurezas, para no sólo conocer los manjares que inundan el patrimonio gastronómico de la comunidad autónoma, sino para participar, incluso, en su confección.

Una dinámica de grupo sirvió en la noche del viernes para abrir el telón de un fin de semana dedicado a las potencialidades del ámbito rural y favorecer el tejido de lazos de amistad entre unos grupos movidos por un fin común: la construcción de un futuro en su tierra que no les aboque a marcharse de sus pueblos. Unidos, caminaron por las calles de un pueblo siniestro, rodeados por brujas, zombis, jorobados y locos armados con motosierras, en su anhelo de hallar al príncipe encantado que les otorgaría el privilegio de la salvación. Tras conseguirla, al día siguiente, descubrieron la majestuosidad de la agricultura ecológica, la apicultura o tareas como la elaboración de quesos, pan y dulces.

Aún quedaba, no obstante, lo más gratificante, un conjunto de talleres artesanales en el que los jóvenes aprehendieron las artes de la creación de jabones naturales, el aliño de aceitunas, el diseño de esencias terapéuticas, la manufacturación de productos con esparto y pleita y la modelación de pájaros de barro. Una actividad que precedió a la degustación de las exquisitas viandas que configuran la repostería de cada provincia andaluza, entre las que se encontraban los roscos del Andévalo, acompañados por el anís de Zalamea la Real. Las fresas de San Bartolomé de la Torre, el jamón y otros derivados del cerdo o las naranjas de El Campillo fueron otras de las constantes en la mesa durante todo el fin de semana.

La despedida llegó tras la discusión de las medidas necesarias para avanzar en el desarrollo de cada una de las comarcas andaluzas. Unas propuestas que serán recogidas en un documento para su análisis e implementación al calor de la Nueva Estrategia Rural para Andalucía, NERA, que organizará el destino de los fondos europeos en el marco 2007-2013.

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