El secreto vital de Peña de Hierro
El CAB inicia en la corta minera los prolegómenos del proyecto IPBSL · El equipo trata de recrear en el subsuelo cómo pudo originarse la vida en la Tierra
CUENCA MINERA. La geoquímica y la microbiología de Peña de Hierro (la vieja corta que competía con la mina de Riotinto en grandeza y esplendor en tiempos del Imperio inglés) acaparan de nuevo el interés de la ciencia internacional. Desde el pasado fin de semana un proyecto de colaboración entre el Centro de Astrobiología (CAB) y profesores y alumnos de la Penn State University, liderado por el geólogo David Fernández y el profesor nipón Hiroshi Ohmoto, tratan de profundizar en el estudio y relación existente entre los ciclos geomicrobiológicos del hierro y el azufre y las características del río Tinto. Todo un análogo terrestre del planeta Marte que ha tenido especial atención en la reciente conferencia bianual de Astrobiología celebrada en Texas en una sesión especialmente dedicada a las investigaciones realizadas en la zona minera por el investigador Felipe Gómez.
Los trabajos, incluidos en el Proyecto de Exploración Geomicrobiológica del Subsuelo de la Faja Pirítica Ibérica (IPBSL), abordan la geomicrobiología del subsuelo terrestre y tratan de determinar si la vida puede desarrollarse en ausencia de radiación, a la vez que se pretende averiguar sus posibles aplicaciones en biotecnología ambiental. En este sentido, los ecosistemas del subsuelo son también de interés astrobiológico, ya que permiten recrear escenarios sobre cómo pudo originarse la vida en la Tierra o cómo puede desarrollarse en otros cuerpos planetarios. Y no hace mucho que la ciencia indaga en este rincón, pues los primeros ecosistemas subterráneos se describieron hace tan sólo quince años.
Las líneas de investigación abiertas en Peña de Hierro, un espacio gestionado por la Fundación Río Tinto para la Historia de la Minería y la Metalurgia, cuentan con la participación del doctor Jenn Macalady y el catedrático de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Ricardo Amils, toda una eminencia internacional en el análisis de ecosistemas de extremófilos, muy presentes en las aguas del Tinto. Así, el programa forma parte de las actividades del Nasa Astrobiology Institute y en el mismo colaboran activamente expertos del Instituto Geológico y Minero (IGME), dentro de su plan de estudio y control de las cortas inundadas de la Faja Pirítica.
Las aguas turbias de Peña de Hierro guardan secretos y tesoros que no dejan de atraer a la mejor ciencia internacional. Ya fue el lugar elegido por la NASA para realizar experimentos relacionados con el rover P-Tinto. Hace casi diez años, el equipo del programa Marte de la Agencia Espacial Norteamericana presentó en sociedad en esta zona la sonda Snorkel, un pequeño artefacto submarino diseñado para explorar las aguas del río Tinto. Allí se sumergió el Snorkel, un proyecto valorado en 200 millones de pesetas de las de entonces. Formaba parte del robot más ambicioso jamás propuesto, según lo definió la planetóloga Carla Stoker.
La sonda Snorkel sacó conclusiones sobre los microorganismos que pueblan la zona desde hace 500.000 años y tuvo como invitado especial al premio Nobel de Física M. Gell Mann. Un punto en el que hay que recordar la hipótesis de trabajo del doctor Amils, que predecía la existencia de un reactor subterráneo en el corazón de la Faja Pirítica y que el río no era más que el conducto por el que se liberaban los productos del metabolismo de los microorganismos quimiolitótrofos, creciendo en dicho reactor a expensas de los sulfuros metálicos. Con el fin de probar esta idea se desarrolló un proyecto de perforación (Marte) dirigido a interceptar las aguas subterráneas en contacto con el mineral y mostrar evidencias de la existencia de actividad microbiana en el subsuelo.
Los resultados preliminares del proyecto Marte han mostrado que el funcionamiento predicho de los ciclos del hierro y el azufre en el subsuelo de la Faja Pirítica son capaces no sólo de alterar los sulfuros produciendo el ión férrico y el ácido sulfúrico que se detectan en el río, sino también de generar la producción de metano y de otros compuestos reducidos de carbono, los cuales, a su vez, pueden ser utilizados como fuente de energía por organismos heterótrofos (se nutren de otros seres vivos). Por tanto, se pone en evidencia en este entorno una diversidad metabólica mucho mayor de la esperada que ha enamorado a los científicos. Los trabajos del proyecto Marte abrieron la puerta al desarrollo de una tecnología específica para la exploración del suelo del planeta rojo y esos artefactos necesarios están siendo probados en la Cuenca Minera de Río Tinto.
Rafael Moreno / Huelva Información
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