Carlos Navarrete: "El desastre puede aumentar en las autonómicas"
“El PSOE será un partido de izquierdas si sabe dar respuesta a los más necesitados” · “Hay que recuperar la ejemplaridad de los militantes socialistas” · “Lo que hace falta es que la gran mayoría de afiliados no entre con el propósito de obtener beneficios”
Andrés Marín Cejudo, El Mundo
Carlos Navarrete (Málaga, 1938) ha sido –para muchos, lo sigue siendo– uno de los referentes más claros del socialismo onubense y andaluz. Abogado laboralista, fue secretario general del PSOE de Huelva desde finales de los 70 hasta 1996, año en el que las exigencias ‘renovadoras’ lo apartaron de la dirección. Ha sido, además, consejero de Trabajo de la Junta de Andalucía (preautonómica) y parlamentario nacional desde 1977 hasta 2004, cuando los dirigentes socialistas onubenses decidieron su jubilación. Hoy levanta la voz contra la “dramática” situación por la que atraviesa el partido al que ha entregado su vida, el PSOE, en cuyos órganos directores federal y andaluz también ocupó cargos de responsabilidad.
Pregunta.- ¿Cómo interpreta desde su experiencia lo que le ha pasado al PSOE en estas elecciones?
Respuesta.- Lo que ha ocurrido es que últimamente se ha acentuado de una manera notable la falta de sintonía con su electorado natural. En este último año, el PSOE, de una manera muy clara y muy evidente, se ha vuelto de espaldas a las necesidades de su electorado natural, y como consecuencia lógica, ese electorado natural también le ha vuelto la espalda al partido. Este hecho ha llevado al PSOE a una situación bastante dramática. Las cosas son necesarias en la medida que son útiles y el PSOE tiene que ser el partido de los que en la lucha por la vida son los perdedores. Si el partido no es fiel a esa necesidad, el espacio que el socialismo ha dejado bacante será ocupado por otras fuerzas.
P.- ¿En qué sentido califica de dramática la situación del PSOE?
R.- En un doble sentido. En primer lugar, porque los resultados electorales han sido absolutamente decepcionantes. Y en segundo lugar, porque el PSOE es hoy un partido del que nadie se ocupa, un partido inexistente compuesto sólo por concejales y cargos públicos. La única voz cantante que existe dentro del PSOE está constituida o bien por los cargos públicos o bien por los que aspiran a desempeñar cargos públicos de manera oportunista. Hay que recuperar la ejemplaridad de los militantes socialistas que existía en anteriores épocas. Esa es una tarea difícil, pero urgente, primordial e indispensable.
P.- Es decir, que sobran cargos públicos y falta militancia.
R.- Lo que ocurre ahora mismo es insostenible: hay más cargos públicos que militantes, o la militancia está reducida casi exclusivamente a los cargos públicos, o los militantes están en el partido por la aspiración que tienen a ostentar un cargo público. En este sentido, lo que hace falta es que la gran mayoría de afiliados al partido no entren en él con el propósito de obtener ninguna clase de beneficio.
P.- ¿Cómo se logra eso?
R.- Por ejemplo, estableciendo unos filtros a la hora de seleccionar candidatos electorales que impidan el acceso de personas que conocidamente carecen de una legitimidad para ejercer responsabilidades o no dan la talla moral de ejemplaridad indispensable. Además, hay que establecer la separación de poderes dentro del PSOE. No pude ocurrir que los conflictos internos se resuelvan por un alter ego de los órganos de dirección del partido. Así no es posible que los derechos de los afiliados sean tutelados. Es necesaria una reacción urgente, no pensando solo en el futuro del PSOE, sino en el bienestar continental, porque la derecha se está cargando Europa y dando lecciones cada días más evidentes de cinismo.
P.- ¿Hoy por hoy calificaría al PSOE de un partido de izquierdas?
R.- Por su denominación es un partido que representa a la izquierda actual y moderna, pero evidentemente se ha manifestado en el último año un total desapego entre los dirigentes del partido y los intereses de su electorado natural, que está básicamente constituido por los sectores más modestos de la sociedad, por las personas que más necesitan la ayuda del Estado. En la medida de que el PSOE sea capaz de dar respuesta a sus problemas, será un partido de izquierdas. Y en la medida en que no lo haga, por mucho que se grite que somos de izquierdas, en realidad no lo seremos.
P.- ¿Más que las ideas de izquierdas, el que ha fallado ha sido el PSOE?
R.- Sin duda, con toda claridad. Y esto tiene que saberlo el partido. No basta con decir que hemos entendido el mensaje, porque otras veces en que se ha dicho hecho se ha acabado haciendo la política contra a la que aconsejaba ese mensaje.
P.- Muchos dirigentes socialistas han achacado los malos resultados a la crisis. ¿Está de acuerdo o le suena a excusa?
R.- Es evidente que la crisis no favorece a los partidos que están en el gobierno, se llamen como se llamen. Lo que ocurre es que hay una alimentación recíproca. La crisis se alimenta de la incompetencia de los gobernantes en dar respuestas, y a su vez los partidos son víctimas de las consecuencias de esa crisis.
P.- ¿Se arregla con unas primarias o con un congreso la dramática situación del PSOE de la que usted habla?
R.- Lo primero que hay que hacer es arreglar el partido. Hay que reflexionar sobre nuestras culpas y nuestras responsabilidades ante un desastre electoral que si no se le pone coto, puede ir en aumento y reforzarse en las generales y autonómicas. Lo primerísimo que hay que arreglar es la situación interna del partido, de manera que se consiga una militancia que sea verdaderamente ejemplar para una sociedad tan necesitada de buenos ejemplos y que de manera tan sensible ha respondido al estímulo que han representado los grupos que ocupan las calles y plazas de nuestro país. Esos jóvenes responden a la mentalidad que tuvo el PSOE al comienzo de la Transición. Eso hay que recuperarlo de una manera inmediata y urgente. No es una tarea fácil, pero mientras eso no se logre, será muy difícil que se consigan otros propósitos.
P.- ¿Teme que el PSOE se pueda llevar otro batacazo en las autonómicas?
R.- El partido pasa por un momento de grave deterioro. Si no se le pone coto a la enfermedad que padece, me temo que el proceso pueda convertirse en algo más agudo y más severo.
P.- ¿Cree que el liderazgo de Griñán ha quedado en entredicho?
R.- He tenido siempre una buena relación personal con Griñán, pero los problemas que él como presidente de la Junta o yo como miembro del partido podamos tener en estos instantes van más allá de nuestra esfera personal, nos vienen dados por la situación del partido. Griñán será corresponsable de esa situación, como yo mismo, si nos ponemos la mano en la boca y no decimos lo que creo que tenemos que decir con toda rotundidad.
P.- ¿Lo ve como un buen candidato?
R.- No quiero entrar en el juego de los intereses representativos del partido en las instituciones. Prefiero en estos instantes acudir como un bombero más a pagar el fuego que está consumiendo a este partido que hemos amado tanto y respecto del cual comenzamos a tener cierta indiferencia.
P.- Lo de la indiferencia es casi lo peor que le puede pasar a un partido.
R.- Claro, es dramático, por lo menos desde el punto de vista personal. Pero intento levantar la bandera y tocar a rebato. Sin ningún propósito personal, porque no tengo ya ningún interés por la política activa, aunque sigo teniendo un inmenso interés por la política.
P.- ¿Por qué cree que se oyen tan pocas voces críticas en el socialismo andaluz?
R.- Porque se ha ido deteriorando la militancia. A los partidos les pasa como a los árboles, que cuando son víctimas del parasitismo, terminan enfermando, agonizando y muriendo. Por el contrario, cuando la tierra es fecunda y fértil, los árboles crecen con vitalidad y con belleza. Eso es lo que le ha sucedido al PSOE, que se ha parasitado extraordinariamente y no le llega la savia nueva para darle vitalidad y robustez.
P.- ¿Confía usted en la nueva generación de líderes socialistas andaluces que vienen a representar personas como Mario Jiménez o Susana Díaz?
R.- Habría que ver caso por caso. La edad no acredita por sí misma una capacidad política. El problema en estos momentos es que el partido tiene que ser regido por personas que respondan a la radiografía de las necesidades de las que hemos hablado.
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